Por Héctor Hernández (@realidadamericanista)
Se cumplen 20 años del debut en Primera División de Francisco Guillermo Ochoa Magaña. Fue aquel 15 de febrero de 2004 cuando Leo Beenhakker decidió utilizar al nativo de Guadalajara en lugar de Edgar Hernández para sustituir al arquero titular Adolfo Ríos que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente de emergencia.
El jovencito de 18 años sorprendió a todos ese medio día ante el Monterrey en el Azteca y sin nadie saberlo, nació la leyenda.
Hoy en día es un auténtico ejemplo de mentalidad, dedicación y profesionalismo.
Indiscutiblemente el mejor arquero en los cien años de historia de la Selección Nacional de México, con tres actuaciones memorables en Copas del Mundo, sobresaliendo en Brasil 2014 y Rusia 2018. Todavía en Qatar 2022 tuvo un partidazo ante Polonia.
Inútil sería querer demeritar su extraordinaria carrera estos veinte años, a pesar que muchos lo hacen, lo envidian, lo odian.
Desde aquellas salvadas con el América, del que fue parte importantísima (junto a Salvador Cabañas) para que el equipo no descendiera en 2008, hasta lo hecho recientemente en la Salernitana donde es considerado el mejor jugador de su club.
Sus cualidades ahí están y sus defectos también. Para muchos el mejor portero mexicano en la historia, para otros muy cerca. Pero lo que sí es un hecho, es que nadie con el TRI ha jugado como él. Eso no está a discusión. Y a sus casi 39 años, sus cualidades están intactas y va por otro Mundial.
Yo en lo personal lo considero en el olimpo de los guardametas nacionales y veo solo a Adolfo Ríos mejor arquero que él. Y junto a Memo, muy parejo me parece Rafael “Wama” Puente.
Son ellos los tres mejores porteros mexicanos que me ha tocado ver. No estoy hablando de éxito ni de logros colectivos. Simple y sencillamente de cualidades atajando. (Porque a ninguno de los tres la Revolución les hizo justicia: al nativo de Uruapan no llevaron a las justas mundialistas de Francia 1998 ni de Japón-Corea 2002 cuando era el mejor, al galán de fotonovelas su prematuro retiro por su rodilla lesionada cuando estaba en el pico de su carrera y al famoso número 13 porque no pudo jugar en mejores equipos en Europa).
Muchos dirán que Jorge Campos, otros que Oswaldo Sánchez, algunos citaran a Jesús Corona, quizá a Pablo Larios o Ignacio Calderón. Pero una cosa es cierta: ninguno de ellos tuvo las actuaciones bajo los tres palos que Paco Memo sí ofreció con el ‘equipo de todos’.
Querido por millones, odiado igual por muchos. Le tienen envidia porque es carismático, educado, culto, poliglota, millonario, guapo y tiene una familia hermosa. Representa lo que muchos no son y por eso es blanco de sus críticas. No importa, Memo Ochoa es como el buen vino, entre más viejo más bueno… y mientras tanto, que siga rodando el balón. Hasta la próxima.
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