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A Luis García Postigo, nada hay que reprocharle.
Por Héctor Hernández
Tal vez no era el momento, tal vez. Y digo eso debido a que el equipo jugaba como avión, volaba. Las ‘Abejas Africanas’ daban cátedra en esa 94-95 y goleaban a quienes se les pusieran enfrente.
No se sabe a ciencia cierta quién lo trajo, ¿Panchito Hernández? , ¿Giuseppe Rubulotta?, ¿Leo Beenhakker?... quien haya sido sorprendió al Americanismo, pero a la gran mayoría del universo azulcrema, lo aplaudió en su momento. Y me consta.
¿Quién no hubiera deseado a Luis García Postigo en su equipo en 1995?, ¡Todos! Llegaba de jugar dos años y medio en La Liga de España y en donde tuvo dos buenas temporadas con el Atlético de Madrid. Sin mucha suerte en la Real Sociedad de San Sebastián, llegó a reforzar a las Águilas para la segunda vuelta de una temporada donde las Águilas tenían un ataque letal y totalmente definido: Cuauhtémoc Blanco, extremo derecho, François Omam-Biyik, centro delantero y Luis Roberto Alves ‘Zaguinho’, extremo izquierdo. ¿Dónde iba a jugar el ex de los Pumas se preguntaban todos, incluido el técnico?
¡En donde fuera!, para mí no podía quedar fuera un futbolista que había marcado dos goles en el Mundial de Estados Unidos, recientemente terminado y que a leguas era el mejor delantero mexicano del momento.
Lo empezaron a poner, y empezaron a mover la alineación tipo, porque Luis tenía que jugar, y era lo más normal. Debutó el 18 de enero de 1995 contra Atlas en el estadio Jalisco, duelo que el América ganó 2-1. Pero de enero al 18 de abril cuando anotó su primer gol como americanista, justamente al T.M. Gallos Blancos en el estadio Azteca, las cosas habían cambiado. Algo paso en esos cuatros meses, siendo el más significativo que el entrenador ya era otro. Y con Beenhakker se fueron también el equipo goleador y las posibilidades de ser campeón.
La afición no le perdonó nunca a la directiva americanista el hecho de haber corrido a Leo y entre otras razones no faltó quien dijera “es que pusieron a Luis García y Biyik desapareció”. Yo en lo personal no creo eso. Pero los cuatro goles que anotó el hoy comentarista en su primera temporada, no le daban suficiente crédito como para esperar que al momento, la afición no le recriminara nada a él directo.
Pero para la siguiente temporada las cosas cambiaron para él, con Marcelo Bielsa como entrenador que lo hizo jugar desde el principio, ya más acoplado y sintiéndose más protagonista, García anotó 17 goles, entre ellos un ‘Hattrick’ al Monterrey.
Empezaron los torneos cortos, mal para el América y lo más rescatable fueron los goles del Luis, que lo ubicaron como líder goleador del equipo tanto en el Invierno 96 -donde al Morelia le hizo un ‘póker’-, así como en el Verano 97. Ocho goles en cada competencia marcaban su eficiencia.
De ahí vino un intervalo para que se disputaran algunos juegos eliminatorios de la Selección Nacional rumbo a Copa del Mundo de Francia 98 donde él jugo y anotó por ahí un gol importante a El Salvador. Y mientras eso pasaba, en la cúpula de futbol de Televisa, se cocinaban algunos cambios.
Y es así, como de la noche a la mañana, Ricardo Peláez, Alberto García Aspe y Sergio ‘Ratón’ Zárate dejaron el Necaxa para pasar al América, Luis Roberto Alves ‘Zaguinho’ dejó el Atlante para irse también a las Águilas y ¡Luis García fue traspasado al Atlante!
Ya que la gente americanista lo respetaba, muchos le aplaudían, y muchos como yo, estábamos ya acostumbrados a su lucha, a su liderazgo, que nunca faltó y a sus goles.
Jugó 81 partidos oficiales con el América y anotó 37 goles, muy buenos para haber jugado solo dos años y medio en el equipo de Coapa.
Por lo mismo, no hay justificación alguna para que alguien diga que Luis García Postigo fracasó en el América y que no cumplió las expectativas. La realidad es otra, el hombre se entregó y fue totalmente rentable y productivo. Ya que su forma de ser no le agrade a algunos, es otra cosa, pero los hechos dicen que a su paso por el América se le tiene que poner ‘palomita’… Y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
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Ese maldito número 10
Por Héctor Hernández (@Realidadamerica)
La numeración fija en México empezó en la temporada 78-79. Antes de ese momento, siempre las alineaciones eran corridas, del '1 al 11'. Para el torneo que comenzó después del Mundial en Argentina 78’, los federativos decidieron que adoptarían la numeración ‘tipo Mundial’, es decir, cada jugador llevaría de ahora en adelante un número en particular, durante toda la competencia.
El primer ‘diez’ azulcrema bajo esta nueva norma fue el recién contratado Javier ‘Hijín’ Cárdenas, mediocampista del Toluca, recientemente mundialista y figura indiscutible en ese momento del futbol mexicano. Llegó con bombo y platillo a Coapa y le dieron el número 10, que en aquel entonces significaba poco o nada. Resultó un fracaso absoluto. Nunca entendió lo que Raúl Cárdenas quería de él en la cancha, rápidamente dejó de ser titular y tuvo algunos malos detalles en el vestidor. Salió del equipo para la siguiente temporada. Reprobado.
El siguiente número 10 del América fue curiosamente Cristóbal Ortega, en aquella época extremo derecho y a quien José Antonio Roca le vio cualidades para jugar como medio ofensivo en el partido de la final de vuelta de la Copa Interamericana 79', contra el Olimpia de Paraguay en el estadio Defensores del Chaco, previo al inicio de la liga 79-80, de manera que el nuevo técnico crema decidió darle 'el diez' (pensando en que lo utilizaría en media cancha -cosa que no pasó finalmente-) y que solo utilizó ese año. Aprobado.
El tercer ‘diez’ fue el joven argentino Rubén Omar Romano que había llegado a la mitad del torneo anterior para suplir a José Dirceu Guimaraes que había sido vendido y en la nueva temporada, la 80-81 fue acreditado con el 10. Chamaco con grandes cualidaes pero inexperto, nunca pudo con lo que Roca quería de él y salió a mitad de temporada. Reprobado.
Finalmente se da el primer número 10 longevo y el jugador que más años utilizó esa camiseta: el argentino Eduardo Bacas, tricampeón, que llegó para la 81-82 y durante seis temporadas de éxitos permaneció en el equipo, siendo su última la 86-87. Un mega crack. Aprobado.
Las desgracias siguieron con ese mentado número cuando en la 87-88 el crack y mundialista peruano Julio César Uribe, un magnífico jugador y pésimo compañero tuvo muchos desencuentros tanto en los entrenamientos como en los partidos con otros jugadores americanistas y decidió irse, así porque sí, a la mitad de dicho torneo. Eso sí, el angelito mando un fax seis meses después cuando se enteró que el América había sido campeón, exigiendo su premio. No recibió nada. Reprobado.
El próximo número 10, en la 88-89 sería el brasileño Carlos Seixas, que fue reservista, irregular y tuvo poca participación. Lo mejor que hizo, fue en la Liguilla contra Guadalajara y los Tecos de la UAG pero en el balance final, no estuvo a la altura. Reprobado.
¡Por fin! el América tendría otro número diez que cumplió y sin lugar a dudas, fue el más técnico y mejor dotado de técnica individual que todos aquellos jugadores que han portado ese dorsal desde que se implantó la numeración fija: el brasileño Eduardo dos Santos, mejor conocido como ‘Edú Manga’. Célebremente recordado por su glorioso pase de rabona a Toninho en una semifinal contra el chiverío. Campeón de Concacaf y Copa Interamericana, goleador en la 89-90, el seleccionado de Brasil era un crack, en toda la extensión de la palabra. De la 89-90 hasta la 91-92 nos maravilló con su juego. Aprobado.
Le siguió un argentino extraordinario, Germán Martellotto que desde la 92-93 hasta la 94-95 en que unos directivos sin escrúpulos lo corrieron. Fue el goleador del equipo en su primera temporada con más de 20 goles. Aprobado.
Desde la 95-96 hasta el Verano 97’ Luis García Postigo tuvo una aceptable actuación en el américa portando el número 10. Metió los suficientes goles para ser el goleador del equipo en la 95-96, Invierno 97' y Verano 97'.Aprobado.
Para el Invierno 97’ y Verano 98’ llegó un argentino con una técnica individual como muy pocos pero flojo como casi nadie. No pudo ni ser titular indiscutible. Leonardo Rodríguez, seleccionado de su país, fue un petardo en México. Reprobado.
Para el Invierno 98’, Carlos Reinoso, entrenador del América repatrió a Cuauhtémoc Blanco que había sido mandado al Necaxa un año antes. Regresó luego de madurar con los Rayos y tener un maravilloso mundial en Francia 98’. Le dieron el número 10, lo convirtieron en punta y tuvo su mejor temporada como americanista. Fue campeón goleador ese torneo y se afianzó como un crack pese a sus indisciplinas. Salió en para el Invierno 2000. Aprobado.
Fabián Estay heredo el número 10 luego de utilizar el 20 cuando llegó al América. Se fue Blanco y a su partida el mundialista chileno utilizó esa casaca. Lo hizo con dignidad y por problemas con el presidente Pérez Teuffer, más no por bajo nivel de juego salió en el 2001. Hasta capitán era. Aprobado.
Excelente le fue al argentino Hugo Norberto Castillo los seis meses que portó el número 10 en el Verano 2002. Inclusive anotó el gol del título. Aprobado.
Regresó Cuauhtémoc Blanco de 2002 hasta el 2004 y volvió a utilazr el número 10. Salió para el Apertura 2004.
La temporada Apertura 2004 fue una de las peores del América y también uno de los peores personajes con el número 10. Djalma Feitosa Dias, mejor conocido como Djalminha vino a intentar robar y se fue luego de un mes de estar en México. Reprobado.
Una vez más, Cuauhtémoc Blanco fue perdonado por la directiva americanista luego de su escándalo en la Copa Libertadores contra el Sao Caetano y recobró su número 10 hasta el 2007.
Del Apertura 2007 al Clausura 2009 nadie utilizó ese número que estaba “retirado” en honor a Blanco. El retiro del número duró poco.
Para el Apertura 2009 y el Bicentenario 2010 Salvador Cabañas el crack goleador y mejor extranjero americanista en el siglo XXI fue quién utilizó ese doble dígito. Aprobado.
Uno de los peores números diez, si no es que el peor lo utilizó del Apertura 2010 hasta el Apertura 2012. Daniel ‘Rolfi’ Montenegro, con buena técnica individual pero flojo, poco comprometido y distraído, estuvo trotando por las canchas del futbol mexicano algunos años. Reprobado.
A partir del Clausura 2013 y hasta el Apertura 2016 Osvaldo Martínez, paraguayo y multicampeón en México portó con orgullo, dignidad, entrega, sacrificio y clase el número 10. Ganó en el América todo lo que pudo ganar, hasta el Balón de Oro al mejor medio defensivo. Jugadorazo. Aprobado.
Con los pésimos reclutamientos de la directiva águila llegó el paraguayo Cecilio Domínguez, con bombos y platillos y resultó igual de zángano que Daniel Montenegro. Y peor aún, ya que estaba “desconcentrado” por problemas personales. Mucha técnica individual y fiasco de profesional. Reprobado.
A la salida de Domínguez, llegó al América en el Apertura 2019 Giovani dos Santos, que de empezar su carrera en el Barcelona fue bajando de escalafón de equipos - y ligas- para terminar con las Águilas. Y pasó lo que tenía que pasar. No terminaba un partido ni por error. Le fue igual que en sus demás clubes, salió por la puerta de atrás, ya que además de las continuas lesiones, su afición a la vida nocturna no lo dejó en paz. Reprobado.
El jugador número 20 en haber utilizado el número diez en el Club América desde que se implantó la numeración fija fue el jugador de Fuerzas Básicas, ÚNICO EN EL FUTBOL MEXICANO ACTUAL en manejar a la perfección los dos perfiles y con gol: Sebastián Córdova. Luego de haber cumplido en temporadas pasadas, misteriosamente al haberle sido otorgado ese par de dígitos para su espalda, firmó su sentencia de destierro. Resultó apático, ya que siendo un gran futbolista y con grandes cualidades, no pudo con la presión, esa misma del famoso número ‘10’. Le pesó tanto la prensa como la afición, que hay que decirlo, no se cansó de cuestionarlo desde el mismísimo primer minuto en que jugó con ese número. Empezó a distraerse mucho y al final del día hasta la titularidad perdió. De haber cumplido anteriormente con el número diez fue lo contrario. Reprobado.
¿Quién será el siguiente valiente en utilizar ese número? Lo sabremos pronto, pero desde aquí le envió mi solidaridad y buenos deseos, que Dios lo agarre confesado porque por una cosa o por la otra, quien porta ese jersey en con las Águilas tiende a fracasar, a ser molestado por la 'nueva afición americanista' e incluso, a tener mala suerte; y mientras tanto, que siga rodando el balón... ¡hasta la próxima!
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